Esta vez abordaré un tema que muchas no saben cómo enfrentar, que genera dudas y también miedo. No existe una fórmula o un protocolo, ni tampoco una garantía de aceptación, eso básicamente depende de las personas con quién se interactúa y también del momento, las circunstancias y forma en que se da la noticia.

Por eso es que esta vez hablaré desde mi perspectiva personal, las de otras chicas y personas quienes recibieron la noticia. Empezaré por explicar que para este artículo recabé las experiencias de veinte chicas, así como de algunos de sus familiares para tener un panorama un poco más amplio de las experiencia de salir del clóset, citaré algunas experiencias buenas y malas, usando solamente un nombre ficticio por respeto a quienes lo vivieron. Pero pude notar que esta salida del clóset puede ser para algunas en dos etapas:
Primera Etapa: decir a la familia, amigos y conocidos ser parte de la diversidad sexual.
Segunda Etapa: es la transición.
La mayoría de las personas cuando ven a un varón con conductas o modos afeminados inmediatamente asumen que es homosexual, esto mayormente derivado de estereotipos culturales y la idea de que todo homosexual es afeminado, por eso le llamo la primera etapa, pues incluso muchas chicas comienzan definiéndose como gays al inicio hasta que se percatan que no son en realidad transgénero o transexuales. Y precisamente esta segunda etapa corresponde a cuando en definitiva se hace pública la transición al género con el que realmente se tiene identidad.
Esto no quiere decir que todas pasamos por esto, hay quienes revelan directamente su transgenerismo o transexualidad.
Comenzaré por la salida accidental, la definí así porque no se tiene la convicción de hablar del tema o dar la noticia, simplemente como algunas lo llaman "me cacharon" o "me descubrieron".

En mi experiencia personal viví las dos etapas de la mano de la salida accidental, ya que primero fue mi mami quien primero me vio vestida de mujer como coloquialmente se dice, pero las circunstancias fueron bastante complicadas ya que me encontraba internada por un ataque violento a manos de un tercero. Eso generó en ella cierta empatía, pero también debo decir que me consideró como una travesti homosexual sin idea de la realidad de las cosas.
Posteriormente por diversas razones vino a vivir conmigo y fue en una charla mientras comíamos que supo la verdad, ella preguntó más creo por confirmar lo obvio si me gustaban los hombres a lo que le respondí que quería ser mujer. El momento no fue dramático ni emotivo, eso vino después cuando expliqué más a fondo mi condición real. Hoy en día tengo toda su aceptación y apoyo.
La experiencia de Karina. Ella optó por dejar una carta, no tuvo el valor de enfrentar a su madre, con sus 16 años, estaba muerta de miedo y harta de ser tildada como el joto* de la familia.
*(Joto es un término peyorativo mexicano para un varón homosexual, acuñado en el periodo denominado "El Porfiriato" en el que se encarcelaba a los homosexuales en la galera "J" de la prisión de Lecumberri, así se derivó el término.)
Dejó la carta y salió de casa, al regresar encontró la aceptación y cariño de su madre, que gradualmente fue apoyándola hasta terminar aceptándola como su hija.
La experiencia de Dulce. También uso una carta como medio para explicar sobre sus preferencias sexuales y sus gustos, la entregó a uno de sus hermanos, por fortuna no lo hizo siendo tan joven como Karina, pues para ella la situación fue completamente diferente, apenas se reveló el contenido de la carta, sufrió el acoso y el rechazo absoluto de toda la familia, nunca más volvió a a tener contacto con ellos y nos convertimos en su familia sus amigas de la comunidad.
La experiencia de Paola, Zahira y Johanna. Ellas tuvieron en común ser descubiertas e ir directamente al grano, no solamente explicaron el porqué vestían prendas femeninas también como se sentían y aceptaron recibir apoyo profesional, ante la idea de que estaban enfermas, lo que derivó en terapia familiar y terminó felizmente en el apoyo familiar.
La experiencia de Fernanda , Mía, Alondra, Alexa, Ana, Claudia y Roxana. También fueron descubiertas y por desgracia violentadas, arrojadas a la calle y acogidas por otras chicas de la comunidad a las que acudieron en su desesperación.

La experiencia de Sofía. En este caso haré un especial énfasis ya que considero que fue la que mejor lo hizo de todas, pues aunque le tomó años aproximadamente cuatro, fue la más planeada y razonada de todas. Cuando se asumió como mujer, comenzó por hacer cambios sutiles en su entorno, expresaba sus gustos con comentarios ligeros, a la menor oportunidad introducía temas sobre diversidad sexual, posteriormente en específico sobre transexualidad, pasó de la ropa masculina a prendas más unisex y luego a prendas femeninas más discretas como playeras y calzado deportivo en colores digamos neutros, inventaba a veces llamadas de "amigos", fue finalmente su propia familia quien le cuestionó sobre su preferencia sexual, únicamente les dijo que era bisexual pero tenía más gusto por los hombres, lo que me dijo, no sorprendió a nadie, siguió ahora con una apariencia más femenina y gradual, algo de maquillaje, el cabello con ligeras luces y dejarlo crecer, hasta que segura de que su familia, amigos y compañeros de trabajo habían normalizado, fue ella misma quien explicó que era realmente una mujer atrapada en un cuerpo equivocado, no solamente logró una aceptación y apoyo, me confesó incluso cierta alegría entre su abuela, su madre y hermana, logrando una transición llena de apoyo y cariño.
El resto de las experiencia fueron con la noticia directa, con mucha solemnidad y diré que quedaron empatadas en el resultado, con la salvedad de que no existieron eventos violentos, pero así como hubo apoyo, también distanciamiento pero predominando el respeto y la cordialidad.
Cómo pueden ver en las experiencias que pude recabar incluída la mía, los resultados son variables pero en los casos de ser sorprendidas fueron los más desastrosos.
Desde la perspectiva de los familiares, quienes accedieron amablemente a contarme su experiencia y perspectiva, noté que la mayoría tenía ya sospechas o intuía que no tenían precisamente un varón en casa o en el trabajo. También hay que considerar que quienes me narraron estas experiencias, pertenecen a generaciones antes del año 2010, actualmente se tiene más apertura y más información disponible para una comprensión más amplia por parte de quienes reciben la noticia. También noté un grado de aceptación y apoyo entre madres solteras, divorciadas y abuelas. Solamente un padre aceptó sin problemas a su hija. La mayoría rechazó inmediatamente o mantiene cierta distancia y evita contacto.
Cómo pueden ver no hay fórmulas que garanticen el éxito en la aceptación y apoyo familiar, de amigos o compañeros de trabajo, porque también hubo una constante entre la sorpresa, el enojo y la incertidumbre, que es el sentirse engañados, burlados por una persona que se les presentó de una forma y ahora asumen que esa persona ni siquiera existe.
Otra constante en el rechazo fue el apoyo que se recibió de otras chicas, por eso la importancia de redes de apoyo, hoy en día hay muchas asociaciones civiles conformadas por mujeres T que tienen grupos de apoyo y seguimiento que pueden ser localizadas vía internet, solo hay que acercarse a ellas.

Pero lo que no debemos pasar por alto de ninguna manera es que es nuestra vida, nuestra estabilidad y felicidad lo que está en juego. De nosotras depende si queremos ser mujeres frustradas y escondidas de hasta de nosotras mismas o ser súper humanas T.
Seamos mujeres plenas, libres y felices
¡Gracias por este artículo! Yo quiero cambiar de residencia, porque no sé cómo explicarle mi situación a mi familia.
Algunos amigos míos sospechan mi disforia de género, porque han visto algunas fotografías en las redes sociales; me parecen que aceptan esta cosa; eso me alegra. En algunas redes sociales me llamo Cathaysa; me gustaría que fuese mi nombre «real», aunque creo que ya es mi nombre real, porque es el nombre que más me gusta.