En este momento, mientras muchas de nosotras estamos tranquilas y resguardadas en nuestros hogares, completamente despreocupadas o al menos sintiéndonos seguras con nuestro entorno en general, existen quienes están en situaciones desesperadas o de alto riesgo.
Porque para muchas Mujeres T (Trans) la realidad es muy distinta, se exponen día a día, no solamente al riesgo de contagio por enfermedades de transmisión sexual, también enfrentan la indiferencia de las autoridades, el rechazo y agresión social, el peligro que les genera trabajar en las calles y sufrir la violencia de sus propios clientes, la sociedad o las autoridades.
Es curioso que en la literatura erótica que plaga internet, así como muchas personas que practican el travestismo, fantasean constantemente con ejercer el llamado “oficio más viejo del mundo” sin saber lo que en realidad esconde este mundo de peligros, desolación y estigmatización. Para este artículo, además la lectura interminable de artículos periodísticos, informes gubernamentales y no gubernamentales, también aunque no fue fácil, logré recabar un puñado de entrevistas de Mujeres T (Trans) dedicadas al sexo servicio.
Por lo que hace a los informes, estos son realmente alarmantes, el promedio de vida de una Mujer T (Trans) en América Latina, es de 35 años, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, según un informe publicado en 2020, mismo al que pude tener acceso y dejo el enlace por si alguna desea leerlo.

Resulta alarmante que 9 de cada 10 Mujeres T, no pueden acceder al mercado laboral, teniendo como única salida, el auto empleo, siendo la profesión conocida por todas, es decir la de cultora de belleza y en comparación a quienes se dedican al trabajo sexual, es abismal la diferencia, puesto que muchas, pese a tener un salón de belleza o estética, también se ven en la necesidad de ejercer la prostitución como medio de subsistencia.
Al momento de escribir este artículo, 13 de Mayo de 2024, el portal Infobae.com, señala que en América Latina, el 90% de las Mujeres T, sufren algún tipo de discriminación al acudir a Centros de Salud, 77% de las adolescentes T, son echadas de su domicilio al hablar abiertamente de su identidad de género, aunque parece que esta tendencia va en disminución afortunadamente. Otro dato alarmante es la deserción escolar, 60% de las Mujeres T, abandona las aulas antes de terminar la educación primaria por las agresiones físicas y verbales que reciben de los compañeros y el personal académico, de acuerdo con el Centro de Documentación de la situación Trans de América Latina y el Caribe (CEDOLSTAC), lo que las deja en una desventaja aún mayor al momento de competir en el mercado laboral.
Los principales factores para que exista la prostitución de Mujeres T, son la discriminación y la ignorancia, que conducen a la larga a la violencia.

Aunque hay avances en las regulaciones contra la exclusión en América Latina, sigue persistiendo la discriminación, de lo anterior como ejemplo en México, e el 42.6% de esta comunidad considera que la discriminación ha afectado sus vidas, según la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG). Desde enero de ese año al primer trimestre del 2023, el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra Personas LGBT+ ha registrado 47 asesinatos de personas trans, aunque evidentemente al 2024, esta cifra ha aumentado.
La prostitución T (Trans), se ejerce de diversas maneras, pero las más comunes son mediante los anuncias que circulan en la web y la que se ejerce directamente en las calles, siendo ambas muy peligrosas y aunque pareciera que son muy bien remuneradas, el espejismo que refleja oculta la realidad de la exposición a los peligros y situaciones denigrantes que van mermando la humanidad de quien la ejerce por mano de quien la contrata.
De las entrevistas que tuve con algunas Mujeres T, noté que el común denominador es el mismo, el rechazo familiar y social. Por lo que me permito señalar algunos breves extractos, obviamente no usaré nombres ni datos de contacto, únicamente la primera letra de sus nombres, por respeto a ellas.
En primer lugar “P” amablemente accedió a platicar conmigo, es una chica T de 23 años, era estudiante de Gastronomía en una Universidad Pública, logró ingresar pese a la competencia tan brutal para acceder a un lugar en una universidad pública, lo que logró gracias a su excelente promedio académico, pero dejó de estudiar por motivo de su identidad de género.
“P” mientras usa un vestido diminuto que revela los cambios producidos por las hormonas femeninas en su cuerpo y con unos tacones que la hacen llegar casi al 1.80 de altura, narra tratando de ocultar con indiferencia el dolor que le provoca el recuerdo de lo vivido.
“Llegué como la mayoría, buscando estudiar para tener una carrera, pero al sentirme lejos de casa empecé a ser yo misma, dejé de reprimirme y en mi cuarto, en la pensión que estaba, me vestía de mujer, hasta que un día llegó mi papá furioso, me reclamó porque ya sabía que era un puto de mierda, como duelen esas palabras –sus ojos se llenan de lágrimas, pero respira profundo y sigue- volteó mi cuarto buscando mi ropa de mujer, me dijo que me la pusiera y así me sacó a la calle.
Nadie hizo nada, nadie dijo nada, todos se quedaron solo viendo como si fuera un circo, me aventó más cosas y me dijo que para todos estaba muerto…
Anduve vagando por dos días en la calle, durmiendo en las calles, buscando donde pudiera un poco de calor en la madrugada, tenía mucho miedo de todo y de todos, ni siquiera me presenté a la escuela, me daba mucha vergüenza, seguro ya todos sabían lo que había pasado. Traté de conseguir algo de ropa de chico, pero la gente me veía mal, me huía, me veían como un bicho raro, sin derecho a nada, entonces en la tercera noche, se me ocurrió algo, me encaminé a las calles de las chicas T, ellas me ayudaron, me acogieron, me dieron de comer y se volvieron mi familia”
¿Volviste a ver a tus padres, hermanos?
“No, nunca regresé, si quisieran me hubieran buscado, ellos se deshicieron de mí, mejor así”
¿Y qué piensas hacer a futuro?
“Siempre me ha gustado cocinar, tengo la ilusión de tener mi propio negocio, una cocina económica para empezar, porque aquí sales de tu casa y no sabes si vas a regresar, allá en donde trabajábamos antes en … (menciona el lugar donde antes salían a buscar clientes) mataron a una amiga, a "B", la acuchilló su novio, pero no hicieron nada, sigue libre el que la mató”
¿Tú lo viste?
“No, yo estaba con un cliente, cuando salí las compañeras me dijeron lo que pasó, B se subió al carro y la mataron”
P, continuó narrando lo sucedido, pero por obvio respeto a ella y quien perdiera la vida, omití muchos detalles de su entrevista.
Otra Mujer T que accedió a regalarme unas palabras, a quien solo identificaré como “L”, comenzó a platicar mientras que sin recato alguno, muestra casi sus genitales aún masculinos que su cortísima falda no alcanza a cubrir, contrastando con los pechos que sobresalen de su diminuta blusa, sus modales son femeninos, pero rudos, curtida por la dura vida en las calles, con un lenguaje duro y altisonante me explica.
“No mana, aquí vale madre, aquí o chingas o te chingan ¿ves las culeras de allá? Esas venden madre y media, pero está cabrón, porque estamos solas, aquí nadie nos ve más que para lo que estamos, nos gritan de todo desde los carros y nos avientan piedras, botellas o hasta miados, te roban la bolsa, te la mientan y te aguantas, porque no hay de otra, te digo aquí nada más las más cabronas sobreviven”
¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?
“Pues imagínate hija, desde los trece años ando en la putería, ahora tengo cuarenta y nueve.
Mi abuela me cachó con un señor, pero no por eso me volví puta, yo ya era puta desde siempre, pero pues… me chingó el viejo y mi abuela no le dijo nada, se me fue encima a mí, era la más pendeja, pues me puteó y me corrió de la casa, me vine del pueblo para acá, quería llegar a México (Ciudad de México) pero ya me quedé acá, anduve haciendo de todo, cargando bolsas en el mercado, barriendo en el mercado, comía lo que tiraban de desperdicio, me acuerdo un día que hacía un chingo la calor y pues ni pedo, tomé agua de un charco que encontré a un lado de la entrada del mercado ¡Puta madre! Pues casi me muero de un pinche dolor que me reventaba la panza, me llevaron al hospital, me decían que quien se hacía responsable de mí, pero pues no había nadie, me dieron medicinas pero luego ya me sacaron del hospital, anduve otra vez en la calle, estaba bien pinche flaquita, pero tripona, me veía bien cagada, así llegué a donde trabajaban las putas de antes, no pues igual a mí me gustaba eso y además pues se podía ganar lana, no pues imagínate que me pagaran 200 pesos ¡Puta Madre! Era un chingo para mí, imagínate, no los veía ni en una pinche semana cargando bolsas en el mercado, así me vine y hablé con una que era la que regenteaba a las chicas, con ella me arreglé y empecé a trabajar, no pues me veían bien chavita y los pinches viejos me perseguían, pues yo me sentía bien elevada, pues me gustó más todavía”
La charla con “L” se interrumpe porque vio a un cliente habitual y como ella decía, pues no había tenido jale en todo el día, no podía dejarlo ir.

ar con otras chicas, las respuestas, las historias son las mismas o muy similares, huyeron o fueron echadas, fueron el blanco de las burlas, se justifican en una decisión que no tomAl platicaron libremente, una decisión que les fue entregada como la única opción de supervivencia, pero argumentan que ellas la eligieron, puesto que se han endurecido con el tiempo, la vida para ellas es un infierno disfrazado por las falsas ideas de lo que puede ser el sexo servicio, trabajan aquí porque no pueden acceder a otro tipo de empleo, porque ya olvidaron cualquier otro tipo de vida, se asumen a sí mismas como objetos del deseo, pero con una caducidad muy corta, pues no compitan contra el tiempo solamente, compiten contra el peligro de contraer una enfermedad de transmisión sexual, que es un fantasma que las persigue constantemente y del cual no hay datos fidedignos. Compiten además contra el peligro de ser atacadas y muertas por sus propios usuarios, compiten contra la indiferencia social y de las autoridades.
Voy a concluir este artículo con una reflexión personal para todas ustedes, no se escondan, ni dejen de ser quienes son, por miedo o represión, pero sean cautelosas con ustedes mismas, nunca olviden que ser mujer es un regalo, aunque algunas veces se tenga que luchar para reclamarlo como propio. Pero siempre cuidando de nosotras mismas a cada instante.
Seamos mujeres plenas, libres y felices.
Felicidades Amiga, me ha encantado, este es un tema muy complejo es la realidad de muchas y casi podría decir que son pocas las que pueden tener un trabajo medianamente estable o salir adelante dentro de una profesión diferente al de la mayoría. Mi óptica generalmente es de cuidado de nosotras mismas, ''salir del closet'' como se le dice ante un entorno negativo es complejo, una también se debe cuidar, si prevees desde ya comportamientos duros o difíciles en tu entorno, el ''salir del closet'' te puede ser perjudicial , y es importante porque, como ya lo había mencionado en algún articulo, hay cierta tendencia a que esta completamente bien en salir y decir lo que somos sin tapujos (Y así…