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''El Origen de Todo'' por Vanessa Gonzalez

Foto del escritor: alessana canoalessana cano

Varios estudios demuestran que nuestros cerebros presentan ciertas diferencias entre lo que podemos llamar un cerebro masculino y otro femenino, así como un aumento entre las regiones de la corteza cerebral, que son huellas de la angustia psicosocial generada por la discordancia sexo genérica, la que se puede atribuir a la imagen corporal incongruente debida a la conectividad funcional de los componentes claves de la red de representación del cuerpo.



Parte de los cambios de la conectividad suponen un mecanismo de defensa puesto que disocia la emoción sentida de la imagen corporal. En nuestro caso estando presentes signos de feminización de estructuras y procesos cerebrales con dimorfismo sexual y que durante la administración hormonal se desplazan parcialmente aún más hacia las correspondientes al género femenino. Estos cambios permiten una reducción de la angustia psicosocial, pues comienza un proceso de aceptación, debido a la congruencia entre la identidad de género y el cuerpo en el que habitamos. El estudio, que se publicara en la revista Cerebral Cortex, empleando técnicas de neuroimagen, los investigadores constataron que el grosor de la corteza de las mujeres es diferente al de los hombres, como ya lo había mencionado por lo general nuestra corteza cerebral es más fina, con características femeninas, además, el volumen de uno de los núcleos subcorticales del cerebro, así como el hipotálamo es en sus dimensiones completamente femenino. "Estos datos indican que la sustancia gris presenta signos de feminización”, apunta Antonio Guillamón, uno de los autores del estudio.




El origen de estas diferencias es desconocido, pero los expertos apuntan a una asimetría en el efecto de los andrógenos, hormonas sexuales, durante el desarrollo cerebral. Aquí es donde aparecen diversas teorías, pues según se sostiene biológicamente hablando, todos los seres humanos comenzamos siendo féminas, pero distintos procesos biológicos generan los cambios que determinan el sexo biológico, lo que también ocurre en el cerebro, que en nuestro caso, mantiene ese aspecto femenino y por lo tanto la identidad de género en la autopercepción de ser mujer. Siendo entonces que es precisamente esta condición natural y congénita, es decir de nacimiento que nos crea la necesidad de aprender, expresar y vivir nuestra feminidad, remontándonos nuevamente a los roles sociales y las conductas consideradas como propias de hombres o mujeres, por esa razón no es raro que en las primeras etapas de la vida, se disfruten de los juegos femeninos o el deseo de poseer los juguetes y prendas correspondientes a nuestra identidad de género, pues es el propio cerebro donde se origina la manifestación que muchas conocemos y que más de una vez manifestamos de manera sincera e inocente “SOY UNA NIÑA”.





Nuestro cerebro funciona igual que el de cualquier otra mujer, lo que termina por confirmar que su origen es completamente natural, sin tener que ver con conductas aprendidas o impuestas, pues como ya dije, estas se aprenden por convicción propia pues son las que consideramos propias para nosotras y no las que comúnmente se pretende ensañarnos y además que adoptemos con normalidad. Como es bien sabido el cerebro controla todas las funciones corporales, incluso aquellas que parecen involuntarias, pero que encuentran en éste órgano la orden de ejecutarse tales como los latidos cardiacos o la respiración. Es también donde radica la personalidad, regida por las experiencias de vida y los aprendizajes tanto científicos como los que nos acarrea el vivir en sociedad. Si bien podemos decir que no existen diferencias notables entre uno y otro, se puede decir que son similares más no iguales o idénticos, los cerebros de hombres y mujeres responden a distintos rasgos esenciales, que influyen en la forma de pensar, sentir y actuar. Estas son las principales diferencias entre el cerebro masculino y el femenino.


-Forma y Tamaño: el cerebro masculino suele ser un poco más grande que el femenino, así como el volumen del núcleo del lecho de la estría terminal. Además, la morfología del cuerpo calloso es diferente entre un sexo y el otro.


-Segmentación: el cerebro masculino maneja la información a través de segmentos diferenciados, individuales y no vinculados entre sí, distintamente a lo que sucede en el cerebro femenino, que interconecta información y emociones.


-Concentración: en general, el cerebro del hombre focaliza la atención sobre la tarea en la que está ocupado, al contrario de lo que sucede en el cerebro de la mujer, que suele involucrar su atención en varios asuntos al mismo tiempo.


-Multitareas: el cerebro femenino emplea ambos hemisferios complementariamente, lo que redunda en la capacidad de realizar múltiples tareas al mismo tiempo, mientras que el cerebro masculino tiende a la especialización, dedicando determinados recursos para cada tarea.


-El Imperio de los Sentidos: mientras que el cerebro masculino recibe la mayor parte de la información a través de la vista, sentido con un mayor desarrollo y dominancia en los hombres, el cerebro femenino funciona conjuntamente con todos los sentidos.


-Habilidades: las conexiones entre ambos hemisferios es mayor en el cerebro femenino, tanto como en el cerebro masculino existe una mayor conectividad entre las zonas anterior y posterior. Así, el pensamiento intuitivo está más desarrollado en las mujeres, como lo está la coordinación entre vista y movimientos, en los hombres.


-Hormonas: los testículos de un hombre comienzan a producir testosterona desde la octava semana de gestación fetal, lo que permite moldear la estructura del cerebro. En cambio, los estrógenos, en las niñas, son destinados a potenciar las regiones cerebrales a cargo de la expresión emocional. En este último aspecto, encaja la teoría de los baños hormonales o bien de la supresión por una influencia externa de la testosterona que permitió que nuestro cerebro se mantuviera en un estado femenino. Baños hormonales en la etapa fetal que normalmente propician la formación y presentación de las características femeninas que se describieron antes y que felizmente nos define como mujeres.




La neurocientífica Daphna Joel sostiene mediante el mapeo cerebral y las imágenes de los mismos, que el cerebro masculino tiene dos áreas: "agresión" y "sexo", mientras que el de la mujer marca otros dos centros: "emoción" y "comunicación". Sin embargo, en el caso del 99% de las mujeres T, esta parte no se presenta de manera muchas veces natural, pues no se ejercitan las características cerebrales con las que nacemos, incluso en la mayoría de los casos, se reprimen, pero que con un poco de práctica conforme vamos avanzando en la expresión de nuestro verdadero género se terminan desarrollando con suma facilidad y mucha normalidad.





En conclusión, somos mujeres desde el primer momento que estamos en este mundo.

Nadie puede decir lo contrario tras saber esta información y además, ahora podemos saber el origen de muchas de nuestras conductas, gustos y preferencias, lejos de estereotipos y dándole un origen científico y biológico. Disfrutemos de esta feminidad y seamos felices en este hermoso camino que tenemos por delante, no somos raras, ni errores, ni mucho menos monstruos y tampoco estamos enfermas, simplemente somos mujeres.



 
 
 

1 commentaire


es muy interesante y ademas satisfactorio que lo sentimos como mujer es parte de nuestro sentir

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